PASO HISTÓRICO EN PANAMÁ
El Banco de Alimentos Panamá (BAP), creado hace 11 años por fray Miguel Ángel Ciaurriz, y un grupo de empresarios panameños, celebra con gran regocijo la aprobación en Tercer Debate del Proyecto de Ley 396, el 30 de octubre en la ciudad de Panamá, estableciendo un marco legal para la Prevención de Pérdidas y el Desperdicio de Alimentos, promoviendo al mismo tiempo la seguridad alimentaria en el país. Esta iniciativa representa un avance histórico en la lucha contra el hambre y la desigualdad en Panamá. El Cardenal fray José Luis Lacunza, OAR, (cardenal emérito de la diócesis de David) expresó su satisfacción por la aprobación en Tercer Debate y subrayó: “vengo a darle voz a los más de 200,000 panameños y panameñas que no tienen voz, pero tienen hambre, y a los que quiere llegar este proyecto del Banco de Alimentos de Panamá”.
Panamá ha marcado un hito en la lucha contra la desigualdad y el hambre. El pasado 30 de octubre, la Asamblea Nacional aprobó en Tercer Debate el Proyecto de Ley 396, una legislación histórica que establece un marco legal para la prevención del desperdicio de alimentos y fomenta la seguridad alimentaria en todo el país.
Esta victoria es el resultado directo de la incansable labor del Banco de Alimentos Panamá (BAP), una organización que celebra 11 años de trabajo rescatando alimentos para quienes más lo necesitan.
«Darle Voz a los que Tienen Hambre»
La aprobación de la ley fue celebrada por líderes sociales y religiosos que han impulsado la iniciativa. El Cardenal fray José Luis Lacunza, OAR (cardenal emérito de la diócesis de David), subrayó la urgencia humana detrás de esta legislación con un mensaje contundente:
«Vengo a darle voz a los más de 200,000 panameños y panameñas que no tienen voz, pero tienen hambre, y a los que quiere llegar este proyecto del Banco de Alimentos de Panamá».
Su declaración resalta la profunda crisis de inseguridad alimentaria que coexiste con un alarmante nivel de desperdicio de productos en el país.
El BAP: Una Década Rescatando Alimentos
Para entender la importancia de la Ley 396, primero hay que conocer la misión del Banco de Alimentos Panamá.
Fundado hace 11 años por la visión de fray Miguel Ángel Ciaurriz, OAR (religioso de nuestra Provincia de la Candelaria) y un grupo de empresarios panameños, el BAP opera bajo un modelo de «rescate». No piden donaciones de comida; gestionan la recuperación de alimentos que están en perfecto estado para el consumo humano pero que han perdido su valor comercial.
Estos alimentos provienen de:
- Supermercados (productos próximos a vencer).
- Distribuidores (errores de etiquetado o empaque).
- Productores agrícolas (frutas y verduras que no cumplen estándares estéticos).
En lugar de que estos productos terminen en un vertedero, el BAP los clasifica y distribuye eficientemente a través de una red de más de 300 organizaciones sociales, como parroquias, casas hogares para niños, asilos de ancianos y comedores comunitarios.
Ley 396: El Marco Legal que Faltaba
Hasta ahora, gran parte de esta labor se hacía a pesar de la falta de un marco legal claro. La nueva Ley 396 cambia el panorama radicalmente:
- Promueve la Donación: Establece un marco jurídico que da seguridad a las empresas (supermercados, restaurantes, productores) para donar sus excedentes de alimentos sin temor a repercusiones legales, siempre que se haga de buena fe.
- Combate el Desperdicio: Fomenta una cultura de «cero desperdicio», incentivando a la industria alimentaria a priorizar el aprovechamiento de los alimentos.
- Fortalece la Seguridad Alimentaria: Al facilitar el rescate de millones de libras de alimentos al año, la ley impacta directamente en la nutrición de los más de 200,000 panameños que, según el Cardenal Lacunza, padecen hambre.
La aprobación de esta ley no es solo un logro legislativo; es una herramienta concreta que multiplica la capacidad del Banco de Alimentos y otras organizaciones para cumplir su misión. Es un testimonio del poder de la colaboración entre la fe, el sector privado y la sociedad civil para generar cambios estructurales en beneficio de los más vulnerables.
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MÁS ALLÁ DEL RECUERDO, LA COMUNIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS
Cada 2 de noviembre, la Iglesia Católica celebra la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos. Esta jornada solemne, que sigue a la fiesta de Todos los Santos, no es un día de luto triste, sino una jornada cargada de esperanza, caridad y profunda comunión espiritual.
El objetivo principal de este día es orar por las almas de aquellos que han partido de este mundo pero que aún se encuentran en un estado de purificación. Es un recordatorio de que los lazos de amor y oración trascienden la muerte.
¿Cuál es la Diferencia entre el 1 y el 2 de Noviembre?
Es común confundir estas dos fechas, pero su enfoque es distinto:
- 1 de Noviembre (Todos los Santos): Celebramos a la Iglesia Triunfante. Honramos a todos los santos, conocidos y desconocidos, que ya gozan de la presencia de Dios en el Cielo.
- 2 de Noviembre (Fieles Difuntos): Oramos por la Iglesia Purgante. Recordamos a las almas de los fieles que han muerto en gracia de Dios, pero que necesitan una purificación final antes de entrar al Cielo.
El Fundamento Teológico: ¿Por qué Oramos por los Difuntos?
La práctica de orar por los que han muerto se sostiene sobre dos pilares fundamentales de la doctrina católica: el Purgatorio y la Comunión de los Santos.
1. La Comunión de los Santos
La Iglesia no está compuesta solo por quienes vivimos en la tierra. El Catecismo nos enseña que la Iglesia es una comunión que une a tres estados:
- La Iglesia Triunfante (los santos en el Cielo).
- La Iglesia Purgante (las almas en purificación).
- La Iglesia Militante (los fieles en la Tierra).
Como afirma el Catecismo (CIC 958), «nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor».
2. El Purgatorio: Una Purificación Necesaria
El Purgatorio no es un «infierno temporal». Es un estado de purificación necesario para aquellos que mueren en amistad con Dios, pero imperfectamente purificados.
«Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.»
(Catecismo de la Iglesia Católica, 1030)
La Escritura es clara en que «nada manchado» entrará en la presencia de Dios (Apocalipsis 21, 27). Por lo tanto, el Purgatorio es una manifestación de la misericordia divina que nos prepara para el encuentro definitivo con Él.
Fundamento Bíblico de la Oración por los Difuntos
La tradición de orar por los muertos tiene raíces profundas en la Sagrada Escritura.
El Testimonio de 2 Macabeos
La referencia más explícita se encuentra en el Antiguo Testamento. Tras una batalla, Judas Macabeo descubre que sus soldados caídos habían pecado.
«Por eso mandó ofrecer el sacrificio de expiación por los muertos, para que fueran librados de sus pecados.»
(2 Macabeos 12, 43-46)
Este texto demuestra que, desde la fe judía pre-cristiana, existía la creencia de que las oraciones de los vivos podían ayudar a los difuntos.
Referencias en el Nuevo Testamento
Aunque la palabra «Purgatorio» no aparece, la idea de una purificación post-mortem está presente:
- 1 Corintios 3, 15: San Pablo habla de un juicio donde las obras de un hombre se prueban. Dice que si la obra de uno se quema, «él, sin embargo, se salvará, pero como quien pasa por el fuego».
- Mateo 12, 32: Jesús menciona que el pecado contra el Espíritu Santo «no será perdonado ni en este mundo ni en el venidero», sugiriendo (como interpretaron San Agustín y otros Padres de la Iglesia) que sí hay pecados que pueden ser perdonados en el mundo venidero.
¿Qué Hacer el 2 de Noviembre? (Tradiciones)
La Iglesia nos anima a vivir este día con obras concretas de caridad espiritual:
- Asistir a la Santa Misa: Es la ofrenda más poderosa que podemos hacer, ya que es el mismo Sacrificio de Cristo.
- Visitar el Cementerio: Es un acto piadoso de recuerdo y oración.
- Rezar el Rosario: Ofrecer un rosario por las almas del Purgatorio, especialmente por nuestros familiares.
- Encender Velas (Veladoras): Simbolizan la luz de Cristo Resucitado y nuestra oración que ilumina su camino.
Cómo Ganar la Indulgencia Plenaria por los Fieles Difuntos
Durante los primeros días de noviembre, la Iglesia ofrece un regalo espiritual inmenso: la posibilidad de ganar una Indulgencia Plenaria, aplicable únicamente a un alma del Purgatorio.
¿Qué es? Es la remisión total de la «pena temporal» que merecen los pecados ya perdonados.
Condiciones (del 1 al 8 de noviembre):
- Visitar piadosamente un cementerio y orar por los difuntos (aunque sea solo mentalmente).
- Recibir la Sagrada Comunión.
- Rezar por las intenciones del Papa (un Padrenuestro, un Avemaría y un Credo es suficiente).
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Tener la disposición interior de completo desapego del pecado, incluso venial.
1. Catequesis: Conmemoración de los Fieles Difuntos (ACI Prensa)
2. ¿Qué es el Purgatorio? (P. Jorge Loring)
Una Jornada de Esperanza
La Conmemoración de los Fieles Difuntos no es una celebración de la muerte, sino una poderosa afirmación de la vida eterna. Es un día para ejercer la caridad más allá de la tumba, recordando que el amor es más fuerte que la muerte y que nuestra comunión con nuestros seres queridos no se ha roto, solo ha cambiado.
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SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS: CELEBRANDO LA MEMORIA Y LA ESPERANZA ESTE 1 DE NOVIEMBRE
Este 1 de noviembre, la Iglesia Católica universal celebra una de sus fiestas más significativas y alegres: la Solemnidad de Todos los Santos. En esta jornada, el calendario litúrgico nos invita a levantar la mirada al cielo para honrar no solo a los santos y santas que han sido oficialmente canonizados, sino también a la inmensa «nube de testigos» (Hebreos 12:1) que, habiendo vivido una vida de fe y caridad, ya gozan plenamente de la presencia de Dios.
¿Qué celebramos exactamente?
A menudo, cuando pensamos en «santos», nuestra mente se dirige a las grandes figuras de la historia de la Iglesia: los apóstoles, los mártires, los fundadores de órdenes religiosas o los grandes teólogos. Sin embargo, la Solemnidad de Todos los Santos amplía radicalmente esa visión.
Esta festividad nos recuerda a los «santos anónimos»: nuestros abuelos que rezaban con devoción, nuestros padres que nos enseñaron el valor del sacrificio, amigos, vecinos y feligreses que, en la sencillez de su vida cotidiana, reflejaron el amor de Cristo. Son aquellas personas cuya fe, aunque quizás nunca fue noticia, fue el pilar de sus familias y comunidades.
Un Poco de Historia
La tradición de honrar a todos los santos se consolidó en la Iglesia de Occidente en el siglo IX, cuando el Papa Gregorio IV extendió esta celebración a toda la cristiandad. El propósito era claro: asegurar que ningún santo, por desconocido que fuera, quedara sin ser honrado y, a la vez, recordar a todos los fieles la vocación universal a la santidad.
Una Fiesta de Gozo, no de Luto
Es importante distinguir esta celebración del día siguiente, 2 de noviembre, cuando conmemoramos a todos los Fieles Difuntos. El 1 de noviembre no es un día de tristeza, sino de profunda alegría y esperanza.
Celebramos que el destino final para el que fuimos creados es la comunión con Dios. Los santos no son figuras lejanas e inalcanzables; son hermanos mayores que nos muestran que, con la gracia de Dios, es posible vivir una vida plena de sentido y alcanzar la meta.
En este día, participamos en la Santa Misa y recordamos que formamos parte de la «Comunión de los Santos», una familia espiritual que trasciende el tiempo y la muerte, uniendo a la Iglesia que peregrina en la tierra (nosotros), la que se purifica (en el purgatorio) y la que triunfa en el cielo (los santos).
Que esta Solemnidad de Todos los Santos renueve nuestra esperanza y nos inspire a seguir sus huellas, viviendo nuestra propia vocación a la santidad en el día a día.
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