El mes de octubre, se caracteriza por una atención particular a las misiones y una profundización del espíritu misionero, en las diversas realidades pastorales.
Para la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra el 22 de octubre de 2023, el Papa Francisco ha elegido el tema que se inspira en la historia de los discípulos de Emaús, en el Evangelio de Lucas (Lc 24,13-35): Corazones ardientes, pies que caminan. A través de la experiencia de estos dos discípulos que, en el encuentro con Cristo resucitado, se transforman en misioneros activos, el Santo Padre recuerda ante todo el valor de la Palabra de Dios para la vida de los bautizados:
“El conocimiento de las Escrituras es importante para la vida del cristiano, y más aún para el anuncio de Cristo y su Evangelio. (…) Jesús es, de hecho, la Palabra viva, la única que puede hacer arder el corazón, iluminarlo y transformarlo”.
En un segundo pasaje de su mensaje el Papa subraya la importancia de la Eucaristía: “Hay que recordar que un simple partir el pan material con los hambrientos en nombre de Cristo es ya un acto misionero cristiano. Más aún, la fracción del Pan Eucarístico que es Cristo mismo es la acción misionera por excelencia, porque la Eucaristía es fuente y cumbre de la vida y misión de la Iglesia”.
Finalmente, con la imagen de los “pies caminantes”, el Papa Francisco recuerda “una vez más la validez perenne de la missio ad gentes, la misión confiada a la Iglesia por el Señor resucitado de evangelizar a cada persona y a cada pueblo hasta los confines de la tierra”.
Aprovecha la ocasión para reiterar el compromiso y el deber del anuncio porque “todos tienen derecho a recibir el Evangelio”. Los cristianos tenemos el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un hermoso horizonte, ofrece un banquete deseable. La conversión misionera sigue siendo el objetivo principal que debemos proponernos como personas y como comunidad, porque la acción misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia”.
No puede faltar la referencia al camino sinodal de la Iglesia, en el que la acción misionera debe realizarse en sinergia en todos los niveles: “La urgencia de la acción misionera de la Iglesia implica naturalmente una cooperación misionera cada vez más estrecha de todos sus miembros en todos los niveles. Este es un objetivo esencial del camino sinodal que la Iglesia está emprendiendo con las palabras clave “comunión, participación, misión“.
«Todos los cristianos somos misioneros»
El agustino recoleto Martín Berastegui ha dedicado gran parte de su vida a la misión, motivo por el que decidió ser religioso cuando todavía era un niño.
Cuando Martín Berastegui era un niño, el promotor vocacional de los Agustinos Recoletos pasó por su pueblo, Ihabar, en Navarra. Decidió entonces ingresar en el seminario. Fue ahí donde poco a poco se apasionó por la misión. «En ese tiempo no nos planteábamos ser agustino recoleto, sino que escuchábamos, íbamos conociendo a los religiosos que venían de las misiones…».
Hoy, décadas después, él es uno de esos misioneros que enseñan con su vida la alegría de la entrega al Evangelio. Tras varios años en República Dominicana, Guatemala y ahora Panamá, donde es Delegado provincial, Berastegui se siente satisfecho de todo lo realizado. Allá donde ha ido ha contagiado su amor por la misión con pasión e ilusión. Así, desde el comienzo: tras seis años como profesor y director en el colegio de los Agustinos Recoletos en Pamplona, pidió expresamente al prior provincial ir a la misión. «Me hice agustino recoleto con la idea de ir a las misiones».
En República Dominicana fue especialmente feliz. Al cabo de los años se dio cuenta de que se consideraba un dominicano más. De todo lo vivido, recuerda de forma especial el cariño las personas que le saludaban efusivamente o le invitaban a café. La misión es también ser uno más del pueblo.
Sin embargo, por ser misionero no se considera más que nadie. Martín Berastegui asegura que «todos los cristianos somos misioneros». «Es verdad que siempre existen las misiones. en las que un religioso sale de su país y va a otro, y eso es una riqueza», afirma. Sin embargo, el agustino recoleto sostiene que «misionero hay que considerar a todo cristiano que tiene la responsabilidad de comunicar a los demás la fe». En este sentido, opina que la Iglesia, como el mundo, han cambiado. Nada tiene que ver con las aventuras que escuchaba de los religiosos de Casanare.
La misión sin Dios no existe. Martin explica que en muchos acontecimientos de su vida ha sentido la presencia de Dios. «Siento que Dios ha actuado, en peligros en los que he estado», dice. Aunque no se considera místico, siempre ha sentido la providencia en momentos cruciales de su historia. Como en la creación del dispensario médico San Agustín, en Bajos de Haina, en República Dominicana. La providencia hizo crecer el dispensario y hoy atiende a miles de personas cada año.
Al echar la vista atrás, afirma seguro que se siente orgulloso del camino recorrido. «No siento nada negativo», dice. Pese a los problemas y las dificultades -algunos incluso en los que la vida ha estado en riesgo-, Martin Berastegui está «satisfecho de lo que ha hecho». «Mi vida ha tenido sentido».
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