
Del entusiasmo juvenil a la madurez de una vocación laical comprometida. Eduarda, miembro de la Fraternidad Seglar Agustino Recoleta en Brasil, narra con alegría cómo su camino comenzó en el Movimiento JAR y hoy continúa con nuevas responsabilidades y una fuerte vivencia comunitaria. Su testimonio es un eco del carisma agustiniano que sigue encendiendo corazones.
El paso natural de una vocación que crece
Eduarda tenía 15 años cuando se unió a la JAR. Allí descubrió el amor por la oración, la comunidad y el servicio. Años después, con más experiencia y una fe más profunda, comprendió que su historia con los Agustinos Recoletos no podía quedarse solo en la etapa juvenil. “Entendí que necesitaba encontrar mi lugar dentro de la Orden”, afirma. Ese lugar fue la Fraternidad Seglar, donde este año hizo sus promesas como laica agustino recoleta.
La comunidad como clave de fidelidad
“Lo que me hizo entender que debía seguir este camino fue la comunidad”, dice con convicción. Para ella, el carisma no se vive en soledad, sino en la relación con otros que también buscan a Dios con un corazón inquieto. Su fraternidad local se reúne mensualmente y ya cuenta con más de 40 miembros, siete de ellos antiguos miembros de la JAR.
Este dato revela el fruto de la pastoral juvenil cuando se ofrece una continuidad clara y vivencial hacia la vida adulta en la Iglesia y en la Orden.
Una Fraternidad sin fronteras
En los encuentros internacionales, Eduarda ha experimentado la riqueza de la universalidad: “Nuestra Orden es mundial. Es igual en todo el mundo, pero cada lugar tiene su particularidad”. Este compartir le ha ayudado a vivir con más profundidad el carisma y a trabajar, junto con otros, en la revisión de los nuevos estatutos de la Fraternidad Seglar.
La conversación en el Espíritu y el deseo de vivir la sinodalidad no son solo palabras, sino caminos reales que están marcando la vida de las fraternidades.
Un testimonio de esperanza
Eduarda representa a tantos laicos que, después de su camino en la JAR, desean seguir viviendo el carisma de san Agustín en comunidad, con compromiso y oración. Su paso de la pastoral juvenil a la Fraternidad Seglar es un signo de que la vida agustino recoleta ofrece un camino vocacional completo y apasionante.
Desde su testimonio, resuena la invitación a vivir con alegría y verdad el seguimiento de Cristo como laicos en el corazón de la Iglesia.