La Cátedra de Roma: Una Fiesta de Raíces, Autoridad y Purificación Interior
Cada 9 de noviembre, la Iglesia Católica celebra la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, un evento que este año cobra un significado especial al coincidir con el 32º Domingo del Tiempo Ordinario, en pleno Año Jubilar de la Esperanza.
La fiesta de Letrán va mucho más allá de la conmemoración de un edificio; es una inmersión profunda en las raíces y la autoridad de la fe, simbolizada por el Evangelio de San Juan (2,13-22): “No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.”
El Origen de la Esperanza: La «Madre de Todas las Iglesias»
La Basílica de San Juan de Letrán, erigida originalmente en el año 320, no es una iglesia más; es la Catedral de Roma y la «Madre y Cabeza de todas las iglesias de la Urbe y del Orbe». Es el primer y más alto templo de la cristiandad, anterior incluso a San Pedro del Vaticano.
En Letrán residió el Papa inicialmente y es donde se encuentra su Cátedra (sede), desde la que ejerce su oficio de obispo de Roma. Este es el corazón geográfico e histórico del liderazgo de la Iglesia.
Clave de Autoridad: La palabra «ex cáthedra» (desde la cátedra) deriva de la sede del Papa, simbolizando su magisterio y autoridad apostólica al hablar para toda la Iglesia, un liderazgo espiritual que se remonta al apóstol San Pedro y sus sucesores.
Del Templo de Piedra al Templo Vivo
La liturgia de la Dedicación nos confronta con el pasaje de la purificación del Templo, donde Jesús confronta a los mercaderes y cambistas. En el contexto de la Esperanza, esta lectura se transforma en un poderoso llamado:
La Basílica de Letrán, como templo de piedra, nos recuerda que somos, en palabras de la tradición patrística, templos vivos del Espíritu Santo. El mensaje central del Evangelio es una invitación a la purificación personal:
- ¿Qué intereses materiales o mundanos hemos dejado entrar en nuestro templo interior?
- ¿Qué «mercado» profana la casa de Dios que es nuestro corazón?
El celo de Jesús por la casa de Su Padre es el mismo celo que tiene por la santidad de cada creyente.
🎯 La Misión en el Año Jubilar
Al honrar las raíces históricas de la autoridad papal en Letrán, y al reflexionar sobre la necesidad de la pureza interior, la Iglesia se prepara para vivir el Jubileo con autenticidad. La esperanza que se proclama debe estar libre de «mercaderes»:
- Una esperanza no basada en ganancias temporales.
- Una autoridad magisterial que guía al mundo con claridad (ex cáthedra).
- Un liderazgo espiritual centrado en Cristo, el único y verdadero templo.
La fiesta de Letrán nos reafirma que el viaje de la fe debe ser un constante retorno a la fuente: Cristo, el Salvador, y la Iglesia, Su Cuerpo, en constante purificación y unidad con Pedro.
La Mirada de nuestro padre San Agustín: El Templo Interior y la Gracia
Para comprender plenamente el significado espiritual, recurrimos al Doctor de la Iglesia, nuesto padre San Agustín. Su reflexión convierte el Templo de piedra en una figura del Templo que somos nosotros mismos.
1. El Templo que No se Vende: La Gracia
En su Tratado X sobre el Evangelio de San Juan, San Agustín explica que la acción de Jesús condena el comercio con lo divino:
«La paloma es el Espíritu Santo, que es un don gratuito (Gracia), y por lo tanto, no puede ser vendido. Quien vende la paloma, vende la Gracia.»
2. La Verdadera Dedicación del Alma
El aporte más relevante para el contexto de la Dedicación de Letrán es el llamado a la santidad personal. Agustín convierte la fiesta del edificio en una celebración del alma:
«Cuando recordemos la Consagración de un templo, pensemos en aquello que dijo San Pablo: ‘Cada uno de nosotros somos un templo del Espíritu Santo’. Ojalá conservemos nuestra alma bella y limpia, como le agrada a Dios que sean Sus templos santos. Así vivirá contento el Espíritu Santo en nuestra alma.»
(San Agustín, Sermón para la Dedicación, 336 )
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