“Tus manos consagradas, serán las manos de Dios para bendecir, consagrar, acoger y perdonar”
El pasado 7 de septiembre, en la Parroquia Inmaculada Concepción de Suba, Bogotá, celebramos la Ordenación sacerdotal de fray Juan Manuel Garzón Santafé. La celebración de la Eucaristía fue a las 10:00 a.m. y estuvo presidida por Monseñor Héctor Javier Pizarro Acevedo, Vicario Apostólico de Trinidad, Casanare.
Fray Juan Manuel Garzón Santafé, recibió el grado de los presbíteros por la imposición de las manos y la oración consecratoria, además de una fructífera homilía donde el obispo resaltó la importancia de las manos en el ministro ordenado a la luz de las lecturas proclamadas en la liturgia de la ordenación. Contextualizó así la importancia de las manos como un instrumento para “Construir o modelar algo”, haciendo anotación de la lectura del libro del Génesis 2, 7, donde el Señor modeló al hombre de arcilla del suelo. Además, resalta el salmo 119, Tus manos me hicieron y me formaron.
Como ministros ordenados, nuestra vocación sacerdotal está orientada a bendecir, consagrar, curar y sanar. Así lo hizo Jesús, nos narra el pasaje Bíblico, cuando curó al ciego, tomando barro con sus manos y colocándolo en los ojos de aquel ciego (Juan 9, 6-9). Las manos han de convertirse en las manos de Dios, aquellas mismas por la que Juan Manuel se convierte en sacerdote eterno, las mismas que serán ungidas y que luego bendecirán personas, lugares y cosas. “Obras de las manos de Dios a través de las Manos de fray Juan Manuel”. Así mismo este nuevo sacerdote, por las manos consagradas repetirá las palabras del Señor al consagrar el pan y el vino que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre del Señor.
El obispo ordenante insta al diácono para que esas manos sean un verdadero instrumento de bendición que debe creerse y sentirse con unción, pues nos trae a la mesa del Altar el milagro más preciado. Por último, las manos del consagrado traen el perdón y la limpieza del alma mediante el sacramento de la reconciliación. Además de esta invitación, monseñor concluye con una motivación a la entrega y disposición total a la acción de Dios a través del sacerdote, teniendo como íntimo amigo al Señor Jesús, artífice del sacerdocio ministerial a través de la oración, la celebración asidua de la Eucaristía y los demás sacramentos, como la plenitud del amor fraterno a través de la vida en comunidad de hermanos.