El pasado 10 de octubre celebramos a Santo Tomás de Villanueva un faro de caridad y entrega a los más pobres. Su vida, marcada por un profundo amor a los más necesitados, hoy en día sigue inspirando a generaciones de fieles en todo el mundo.
Nacido en 1488 en Fuenllana (España) Tomás García Martínez, posteriormente conocido como Santo Tomás de Villanueva, tras completar sus estudios en Alcalá de Henares y Salamanca, profesó como fraile en la Orden de San Agustín y dedicó su vida al servicio de Dios y del prójimo.
Uno de los aspectos más destacados de la vida de Santo Tomás fue su profundo amor por los pobres. Como prior de su comunidad en Valencia (España) se esforzó por aliviar el sufrimiento de los pobres y necesitados. Fundó hospitales, creó escuelas para niños desfavorecidos, distribuyó alimentos y medicinas a los más necesitados. Su compromiso con la caridad se convirtió en sello distintivo de su vida y misión.
Además de sus acciones caritativas, Santo Tomás de Villanueva fue un predicador elocuente y apasionado. Sus sermones eran conocidos por la profundidad espiritual y su habilidad para conectar con la audiencia. A través de sus palabras, alentaba a las personas a vivir una vida de virtud y devoción.
El legado de Santo Tomás de Villanueva perdura en la actualidad. Fue canonizado por el Papa Alejandro VII en 1658 y su fiesta se celebra el 10 de octubre en el calendario litúrgico. Su vida y enseñanzas continúan inspirando a las personas a seguir su ejemplo de amor incondicional hacia los demás.
Santo Tomás de Villanueva es un modelo de caridad y entrega que ha dejado una huella imborrable en la historia de nuestra familia agustiniana. Su vida nos recuerda la importancia de servir a los pobres, vivir con pasión la vida consagrada y tener amor por todos los hijos de Dios. Su legado perdura como un faro de luz en un mundo que, a menudo, necesita recordar la importancia de la caridad, la predilección por los más pobres, y la entrega.
Tomado del sitio web internacional de la Orden de Agustinos Recoletos